Un libro de realismo mágico me cambió la vida. Es cierto. Desde el día en que mi hermano me regaló aquella novela, nada volvió a ser lo mismo.
Pero para eso me tengo que remontar a más atrás: al día en que mi perro Tango murió, ese día, por segunda vez en mi vida, perdí la magia.
¿Quieres saber cómo un libro pudo devolverme esa magia? Pues tal vez esta historia te interesa.
¿Y a qué viene esto si tal vez estás aquí solo por tu interés en los libros de realismo mágico? Permíteme que te explique.
Yo siempre—o casi siempre—he sentido la magia de mi lado. La segunda vez que la perdí, fue el día en que mi perro Tango se marchó para siempre. Él era magia en sí, pura alegría, los ojos que te arrancaban una sonrisa hasta en los días más grises. Con él se me fue un hermano, mi compañero, y además, aquel ser paciente que se sentaba a mi lado para que le contara mis historias. Con él no necesitaba lectores. Tango era más que suficiente. Pero se fue, y con él se marchó gran parte de mi alegría y la inspiración para escribir.
Un día mi hermano, el humano, me regalo un libro que él ya había leído. Sabía que me iba a encantar, porque era “muy de mi estilo”, me dijo, sin saber entonces yo lo que era ese estilo mío: un libro de realismo mágico. Según fui avanzando por sus páginas, me fui enamorando de cada letra, de que cada señal, de cada guiño del destino, de cada anzuelo que lanzaba la autora para que quisiera continuar leyendo. De cada empujoncito que te de la vida para recordarte que allá adelante nos esperan cosas buenas. Me enamoré de su magia cotidiana. De su “alquimia del profano”.
Aún no lo he dicho, es cierto. En mis manos cayó el mayor tesoro que jamás imaginé descubrir. La llave que abrió la puerta a mi nueva vida. Era Vino mágico, de la autora Joanne Harris, que tal vez conozcas por Chocolat.
Pues gracias a este libro, la escritora que hay en mí me empezó a arañar por dentro. Quería salir, quería mostrarme las pequeñas coincidencias que nos rodean, que en realidad son grandes señales. Quería que me fijase que ese ocho (mi número favorito) pintado en la pared en realidad me estaba diciendo que siguiera por ese camino, porque algo grande me esperaba. O años más tarde, que el halcón que me observa desde el cielo me está diciendo que todo va a ir bien.
Así que al terminar el libro, volví a sentir esa llama en mi interior. Ese fuego me decía que tenía que reparar algo, y que solo podría hacerlo escribiendo de nuevo.
“Uno no escribe porque alguien le ponga un trabajo. Escribe porque necesita escribir, porque necesita que alguien le escuche, porque cuenta con que escribiendo repondrá algo que se le ha estropeado en el interior, que resucitará algo”.
Joanne Harris, Vino Mágico.
Esta novela de realismo mágico es pura magia por mucho que la realidad intente interponerse. Para empezar, es narrada por una botella de vino, un “Fleurie de 1962”, y aunque esto parezca lo más extraordinario, lo que en realidad me devolvió mi sexto sentido fueron los pequeños guiños del destino que va recibiendo el protagonista durante toda la novela.
A los pocos días, o a las pocas noches, tuve un sueño. Soñé con mi perro Tango, y al despertar con una sonrisa supe que aquel sueño sería el último capítulo de mi primera novela,
Leer Vino mágico no solo me animó a escribir mi propia novela de realismo mágico. Desgrané el libro de Joanne Harris, lo subrayé, lo llené de anotaciones, lo desestructuré capítulo a capítulo para descubrir cómo había creado aquella maravilla, y basándose en sus cimientos, yo escribí mi primera novela.
Aquello me convirtió oficialmente en escritora, aunque llevara toda la vida escribiendo. ¡Mi libro de realismo mágico llegó a miles de personas! La sonrisa de Tango fue el inicio de mi mundo literario, gracias a él conocí a mi editora y poco a poco me he ido rodeando de otros escritores que ahora son amigos. Sin embargo, ese no fue el mayor cambio de mi vida: Vino mágico me enseñó de nuevo a buscar las señales. Volví a guiarme por los pequeños guiños del destino.
Ahora que ya sabes cómo una novela de realismo mágico me cambió la vida, te haré una última confesión (por hoy). Antes de presentar La sonrisa de Tango por primera vez, recibí un último mensaje en mi móvil. Lo enviaba alguien a quien por entonces a penas conocía. Me deseó toda la suerte del mundo para la presentación. Él estaba lejos entonces. Yo contesté y apagué el móvil con una sonrisa. Sentí que la magia me estaba dando una nueva pista. Vaya si me la dio. Hoy esa persona me acompaña a cada presentación, pero no lo hace solo, va acompañado de nuestros hijos.
Y a ti, ¿también te cambió la vida un libro?